martes, 16 de enero de 2018

Primer aniversario naranja

Se cumple un año del mandato del emperador Naranja, y como muchos lo visualizaron en su momento (aquel dia que parecía mentira que este fan de las camaras de bronceo y los peinados de Lazy Town se hiciera inquilino de la casa mas famosa de nuestro contemporaneo imperio), el mundo empezó a delirar y a preocuparse por cuenta de este pionero de los realities de negocios.

Leyendo por ahí, muchos coinciden en que su primer año fue un éxito. Y claro.. Un éxito para él y su séquito de seguidores y votantes que siguen viendo en él una especie de mesías reencarnado en cítrico humanoide. Ha cumplido la mayoría de lo que ha prometido, cosa que muy pocos políticos pueden jactarse de haber hecho (especialmente los de mi patria querida, tan propensos a la publicidad política engañosa pagada por nuestros impuestos).

No se ha movido un ápice de su discurso. Siempre fue claro que sus amigos son los empresarios, magnates y mega millonarios dueños de empresas, a los que ha premiado recientemente con una reducción considerable en sus impuestos (que muy seguramente será compensada a costa de sus gobernados entre los que se cuentan sus fieles votantes). No es muy amigo de los impuestos el agente naranja, como dejo claro en su campaña, mostrándolo como una muestra clara de su inteligencia superior (nada que ver con la estupidez innata con la que contamos nosotros, los que pagamos estos tributos al estado), lo que puede explicar este generoso recorte para sus amiguitos del club Mar-a-Lago, sitio clave del oso ruso (no el de las elecciones gringas, aclaro) del que fueron protagonistas el año pasado dos conocidos expresidentes de nuestro país.

Tampoco han sido sorpresa sus medidas migratorias en pos de la protección del trabajo y la seguridad de los yunaits. Se acabó la guachafita para miles de migrantes, tan peligrosos para la Economía y la seguridad nacional. Seguramente resultan mas peligrosos que Stephen Padock, James Holmes, Timothy Mc Veight o George Hennard, autores de masacres horribles en territorio gringo y quienes, a juzgar por sus nombres, dudo mucho que hayan venido de alguna minoría islámica, hispana o negra. También pueden resultar absolutamente peligrosos para la economía los jornaleros que viajan de México a las granjas fronterizas para cosechar; mucho más peligrosos que los encopetados white collar sobrevivientes a la crisis del 2008 que siguen rondando por ahí inventándose formas de hacerse ricos en Wall Street  sabiendo que el buen tio sam y sus impuestos los salvarán en su próximo colapso (que como siempre joderá a medio mundo).

Y qué tal su juego de "Quien lo tiene más grande" con su equivalente Norcoreano? (obviamente en sentido figurado, si fuera algo literal todos sabemos que ganaría el asiático). Cuando todos pensamos que una guerra nuclear es cosa del pasado, llegan estos dos toddlers narcisistas hiperdesarrollados para hacernos pensar cómo diablos nuestra especie llegó a ser tan grande con tanto estúpido en el poder (y tantos siguiéndolos y apoyándolos). Seguramente si en una de sus borracheras, Kim o Don se descachan apretando el botón rojo en lugar del de la cisterna, tendremos bien merecida la desaparición de nuestra raza.

No ha quedado mal tampoco con sus tweets que harían sonrojar a cualquier adolescente creador de memes. Tampoco con sus diplomáticas apariciones empujando presidentes y primeros ministros, o despidiendo directores de agencias como si se tratara de empleados de Mac Donalds. O con sus decisiones acerca de Israel y Jerusalen,  sus apreciaciones acerca de ciertos países de centroamerica y áfrica o su negación vehemente del calentamiento global que le alcanza hasta para hacer chistes.  Todo, todo encaja con lo que se esperaba de él.


Hemos sobrevivido un año, sintámonos afortunados y sigamos a la expectativa de lo que este impredecible y honorable hombre de negocios convertido en emperador nos tiene deparado para el futuro (si es que queda alguno con él al mando)