Se
cumple un año del mandato del emperador Naranja, y como
muchos lo visualizaron en su momento (aquel dia que parecía mentira que este
fan de las camaras de bronceo y los peinados de Lazy Town se hiciera inquilino
de la casa mas famosa de nuestro contemporaneo imperio), el mundo empezó a
delirar y a preocuparse por cuenta de este pionero de los realities de
negocios.
Leyendo
por ahí, muchos coinciden en que su primer año fue un éxito. Y claro.. Un éxito
para él y su séquito de seguidores y votantes que siguen viendo en él una
especie de mesías reencarnado en cítrico humanoide. Ha cumplido la mayoría de
lo que ha prometido, cosa que muy pocos políticos pueden jactarse de haber
hecho (especialmente los de mi patria querida, tan propensos a la publicidad
política engañosa pagada por nuestros impuestos).
No se ha
movido un ápice de su discurso. Siempre fue claro que sus amigos son los
empresarios, magnates y mega millonarios dueños de empresas, a los que ha
premiado recientemente con una reducción considerable en sus impuestos (que muy
seguramente será compensada a costa de sus gobernados entre los que se cuentan
sus fieles votantes). No es muy amigo de los impuestos el agente naranja, como
dejo claro en su campaña, mostrándolo como una muestra clara de su inteligencia
superior (nada que ver con la estupidez innata con la que contamos nosotros,
los que pagamos estos tributos al estado), lo que puede explicar este generoso
recorte para sus amiguitos del club Mar-a-Lago, sitio clave del oso ruso (no el
de las elecciones gringas, aclaro) del que fueron protagonistas el año pasado
dos conocidos expresidentes de nuestro país.
Tampoco
han sido sorpresa sus medidas migratorias en pos de la protección del trabajo y
la seguridad de los yunaits. Se acabó la guachafita para miles de migrantes,
tan peligrosos para la Economía y la seguridad nacional. Seguramente resultan
mas peligrosos que Stephen Padock, James Holmes, Timothy Mc Veight o George
Hennard, autores de masacres horribles en territorio gringo y quienes, a juzgar
por sus nombres, dudo mucho que hayan venido de alguna minoría islámica,
hispana o negra. También pueden resultar absolutamente peligrosos para la
economía los jornaleros que viajan de México a las granjas fronterizas para
cosechar; mucho más peligrosos que los encopetados white collar sobrevivientes
a la crisis del 2008 que siguen rondando por ahí inventándose formas de hacerse
ricos en Wall Street sabiendo que el
buen tio sam y sus impuestos los salvarán en su próximo colapso (que como
siempre joderá a medio mundo).
Y qué tal
su juego de "Quien lo tiene más grande" con su equivalente
Norcoreano? (obviamente en sentido figurado, si fuera algo literal todos
sabemos que ganaría el asiático). Cuando todos pensamos que una guerra nuclear
es cosa del pasado, llegan estos dos toddlers narcisistas hiperdesarrollados
para hacernos pensar cómo diablos nuestra especie llegó a ser tan grande con
tanto estúpido en el poder (y tantos siguiéndolos y apoyándolos). Seguramente
si en una de sus borracheras, Kim o Don se descachan apretando el botón rojo en
lugar del de la cisterna, tendremos bien merecida la desaparición de nuestra
raza.
No ha
quedado mal tampoco con sus tweets que harían sonrojar a cualquier adolescente
creador de memes. Tampoco con sus diplomáticas apariciones empujando
presidentes y primeros ministros, o despidiendo directores de agencias como si
se tratara de empleados de Mac Donalds. O con sus decisiones acerca de Israel y
Jerusalen, sus apreciaciones acerca de
ciertos países de centroamerica y áfrica o su negación vehemente del
calentamiento global que le alcanza hasta para hacer chistes. Todo, todo encaja con lo que se esperaba de
él.
Hemos
sobrevivido un año, sintámonos afortunados y sigamos a la expectativa de lo que
este impredecible y honorable hombre de negocios convertido en emperador nos
tiene deparado para el futuro (si es que queda alguno con él al mando)