Rodrigo Londoño
(Timochenko, para sus camaradas) es flamante candidato a la presidencia. Y como
era de esperarse, ha generado todo tipo de reacciones, desde la indignación de
los ultraderechistas que aun sueñan con ver como un comando armado hasta los dientes
le vuela la sesera a él y a sus ex compinches de las FARC, hasta otras mas
resignadas, en las que se sabía de antemano que este era el sapo que había que
tragarse con las negociaciones de paz.
Para mí, este señor no tiene nada que endividarle a sus contrincantes, y
puede considerarse parte de la misma ralea que pretende gobernarnos. Un
hamponcito mas en ese ramillete de candidatos para mayordomo de esta gran finca
que se llama Colombia. Dudo mucho que
llegue a llevarse la presidencia, como tememos muchos. Pero la verdad, si llega
a subirse y dejar en peores condiciones
la gran hacienda donde habitamos (si es que cabe la posibilidad), sería
merecido; sería el fruto de varias décadas de esos gobiernos mal habidos que
nos hemos dado el lujo de tener por años. Esos clancitos familiares que
permitieron que la educación (la buena educación) se volviera lujo de unos
pocos, situación que a la larga va a sacar factura si es que el honorable señor
Londoño llega a la Casa de Nariño (a la que seguramente le cambiará el apellido
a Bolivar o a Marulanda). Es que no cabe en la cabeza de nadie, que este
personaje que sacaba pecho por sus masacres, que se lucró del negocio del narco
y que patrocinó las pescas milagrosas por allá a finales de los noventa pueda
llevar las riendas de este país; aún mas inverosímil resultaría que esto
sucediera viendo el ejemplo de nuestros vecinos venezolanos (ejemplo
mentadísimo por el NO). Pero en el pais de Gabo todo puede pasar.
Por otro lado, resultaría irónico
que los grandes beneficios que dejó uno de los máximos representantes de la ultraderecha en el poder, su revolucionario sistema de salud, sus
grandes politicas agropecuarias, y sus grandes
inversiones en educación (nada que ver con esos recortes en pos de la
seguridad democratica, que muchos mamertos reclaman) puedan convertirse en uno
de los catalizadores de una eventual subida de la izquierda a nuestro país.
Pero veremos, ojalá eso se quede en conjeturas y en un miedo que no se
materializará (a no ser que llegue un Pennywise criollo y lo haga realidad)
Y dónde esta el
miedo que muchos tienen que este señor
sume a nuestro país al imperio Castrochavista? Seguramente está en que toda esa
gente sin acceso a la educación, sin salud, sin servicios públicos lo vean como
su robin hood y se convierta en nuestra version de Chavez (bueno, en
realidad, Chavez destapó su carrera
criminal una vez instalado en la comodidad del palacio de miraflores, a
diferencia de don Rodrigo que ya tiene su prontuario antes de lanzarse como
candidato). La verdad no creo que veamos a un Timochenko presidente… nuestro
sistema electoral engranado con lechona, aguardiente y tamales esta diseñado
para que sigan votando por los mismos de
siempre garantizando que nuestra prospera nación siga creciendo como lo ha
hecho durante estos últimos años de gobierno de los Lleras, Samperes,
Valencias, Lopez, y por supuesto, los Santodomingos, Sarmientos y Ardilas
Lulles (por citar algunos ejemplos), el verdadero poder detrás del poder. Así
que por lo menos, por los próximos cuatro años, no creo que debamos
preocuparnos por perder los beneficios que nuestros gobiernos tan diestros nos
han permitido disfrutar por años.
(imagínense, qué boleta hacer fila en un Hospital como hacen en
Venezuela, acá no pasa!)
A decir verdad, no
creo que cambie mucho la situación si se sube Timo y nos convertimos al
Castrochavismo. Actualmente los niños se mueren de hambre en la Guajira, como
en Venezuela. Hay asesinatos todos los días… como en Venezuela. Hay corrupción
desmedida…. Como en Venezuela. Hay un alto índice de desempleo… como en
Venezuela. Las minas y los hidrocarburos no se los robarían empresas
extranjeras, sino eminentes ladrones locales. Incluso si nos volvieramos
Venezuela, la ventaja sería que la gasolina se bajaría de precio, haciendo que
el ministro de minas de turno tenga que invertir menos tiempo en crear fábulas
inverosímiles y fórmulas matemáticas imposibles para justificar que el preciado
combustible sube de precio mientras el Petroleo vale nada. Seguramente no
tendríamos que mamarnos programas como
Protagonistas de Novela o Muy buenos días, que seguramente serían cambiados por
programas de humor del tipo Aló presidente.
En fin… tal vez la cosa no cambie mucho y seguramente habría igualdad,
haciendo que los citadinos vivamos lo que mucha gente del campo o de lugares
olvidados de nuestros gobernantes (mientras no haya elección) viven a diario.
Con todo y eso,
prefiero ver a este híbrido de Pablo Escobar y Lenin en mangas de camisa
haciendo el show que hacen sus compañeritos de contienda que planeando más
masacres o secuestros desde el monte, o bueno, desde el hotel cinco estrellas
que vivía mientras mandaba la guerra
vestidos de camuflado y de botas de caucho a los mismos campesinos que el
estado vestía de soldado.
… Estas cosas solo
pasan en Macondo…